Hoy, víspera de los Santos Ángeles, cotitulares de nuestra familia religiosa, ha sido la bendición, inauguración, comienzo de la nueva misión en Campo de la Cruz, nueva presencia congregacional gracias a la generosidad de Hermanas disponibles a dar su SI a Dios allí donde la obediencia envía. Iniciar una nueva etapa supone oración, ilusión y ¿por qué no?, también sacrificio, despedidas... pero una certeza que es la que fortalece y anima: la presencia que Dios acompaña nuestro caminar, nuestro ser y hacer y bendice todo aquello que se da con generosidad. Damos gracias a Dios por los dones recibidos en este día. A Mons. Pablo Emiro Salas, arzobispo que nos acoge en este lugar, a las Religiosas Siervas de Jesús, verdaderas hermanas por su acogida y siempre atentas a lo que necesitásemos, las veces que nos hemos alojado en su casa y a todas las personas que nos han acompañado en este momento histórico en la Congregación, unas con su presencia física, otras con su recuerdo y oración. Que Santa Genoveva bendiga a las Hermanas que inician esta andadura en nombre de la Congregación a quienes les acompañamos con nuestro apoyo espiritual.